Mi mente y espíritu son opuestos a los tuyos, mis ojos están vendados. Empuño una espada para cortar cada trozo de ti y restaurar la balanza. Estoy ciego y solo te oigo pedir audiencia.
Escucho hormigas de espíritu miserable seducidas por la reina que ellas han coronado. Una reina radiante de ilusiones y adormecida por la melodía de los consejeros que la adornan.
La reina de hoy es distinta a la del mañana, es la investidura el verdadero culto del reinado. Los cielos se nublan sobre el reino y oscurecen el espejismo de su poder.
Siento que un nuevo mundo se aproxima creado por el hombre y la mujer. Mujeres y hombres a quienes les arrebataron la luz, vendrán como relámpagos dentro de una tormenta de cólera y dolor.
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